BIENVENIDA

  Bienvenid@ a nuestro blog.       Vivimos en una Comunidad, la Andaluza, con una amplísimo y rico patrimonio, tanto cultural como  natu...

viernes, 21 de marzo de 2025

BIENVENIDA

 Bienvenid@ a nuestro blog.

     Vivimos en una Comunidad, la Andaluza, con una amplísimo y rico patrimonio, tanto cultural como  natural.

    Una tierra habitada desde tiempos ancestrales, cuyos pobladores nos han ido legando su arte en las diferentes formas: arquitectura, música, escultura, pintura… Incluso sus usos y costumbres, bastantes de los cuales aún mantenemos en la sociedad actual.

    Por otra parte, la geografía, sometida a las inclemencias climatológicas desde hace millones de años, ha sufrido constantes cambios. Estas lentas modificaciones han modelado maravillosos paisajes que podemos admirar hoy en día.

    Desde este rincón del Valle de Lecrín, queremos ir descubriendo toda esta riqueza y compartirla con todas aquellas personas que se acerquen a nuestro blog.

    El objetivo es darlos a conocer y quizás, crear la motivación suficiente como para que los lectores deseen ir descubriéndolos a través de visitas presenciales.

    Todas las personas que lo construimos y mantenemos, esperamos que os resulte atractivo y de utilidad.

Pepi Hoces

LA FIESTA DE LOS HORNAZOS EN DÚRCAL

 



LOS HORNAZOS EN DÚRCAL

Cuando pasa la Semana Santa y más concretamente el Domingo de Resurrección y el lunes de Pascua, se celebra en Dúrcal “la fiesta de los Hornazos”. Una tradición ancestral que año tras año reúne a familia y amigos en torno a un panecillo de aceite, con un huevo duro de gallina en el centro. Para seguir la tradición, dicho huevo ha de romperse, a media tarde, en la cabeza del más despistado, para desearle salud, dinero y amor.
Hasta hace algunos años el primer día se celebraba en la barriada de Marchena. A ese lugar había que ir burro, en coche, caminando o en el tranvía.
Allí, jóvenes y mayores se repartían entre “El Trance Alto” y “Los Hinatares”, lugares donde entre risas, bromas y juegos se pasaba el día y se degustaban varios platos, tales como choto al ajillo, chuletas, ensalada de pimientos o el típico remojón de naranja. Todo ello regado con un buen vino, mosto de la zona o con la gaseosa que se elaboraba, junto al puente de Isabel II de Dúrcal, por los hermanos Ferrer.Después se jugaba, y aún se sigue jugando, a las cartas, hasta que llegaba la tarde.
A esa hora, y con la intención de no parar de comer, se sacaban y se sacan las tripas de salchichón, la morcilla seca y el chocolate. Tras la degustación de estos alimentos, se continuaba con la merienda del célebre hornazo. Dicho manjar está elaborado con harina, levadura, sal y un huevo duro en el centro. También era tradición, y continúa siéndolo, comer uvas pasas. Antiguamente los hornazos se hacían en las panaderías del pueblo, como la de Virtudes, Mª Luisa, Pescao, Florinda etc. Allí las mujeres iban a prepararlo, llevando ellas su propio aceite de oliva. Dicha costumbre ya se va perdiendo. Ahora, por el contrario, se compran hechos en las distintas panaderías del pueblo.

También se ha abandonado la costumbre de ir a Marchena el primer día. Actualmente la gente se reúne en cortijos. Los que no tienen van a pasarlo al río, que era donde se iba antiguamente el segundo día.

Aunque ya no era fiesta local, hace algunas décadas, los niños y niñas también iban el martes a comer el hornazo. Se reunían en grupos por la tarde, después de la escuela, y se iban a “las Eras de Balina”, “La Graja” y “Almocita”.

Esta fiesta se sigue celebrando, a pesar de que puedan darse inclemencias meteorológicas. Llueva o truene, el hornazo se come, bien sea en cortijo, campo o casa. Son momentos para el reencuentro y para la convivencia entre familias y amigos. Aquellos durqueños que viven lejos, tienen la excusa perfecta para volver por unos días a su pueblo.



                                                                                                                        Pepi Hoces

martes, 18 de marzo de 2025

LA LUZ DE LA RAMBLA, LEYENDA DE ALBUÑUELAS

 LA LUZ DE LA RAMBLA

La famosa historia de la Luz de La Rambla, un sello que caracteriza a nuestro pueblo sin duda y que nos contaban nuestros abuelos y generaciones más antiguas y que todos los vecinos conocemos.

¿Mito o realidad? Aun es una incógnita hoy en día, ya que hay gente que a día de hoy afirma haberla visto.

Hablan de una luz redonda y muy luminosa que al anochecer o de madrugada aparecía y acompañaba a los caminantes, no a todos se les aparecía, de hecho a veces iban varios y unos la podían ver y otros estando juntos no la veían, contaban que bajaba con ellos al pueblo hasta el molino en la entrada; luego se volvía sola a la sierra.

De hecho hay una cruz de hierro (La cruz chiquita) en el camino con flores donde decían se encontraba enterrado un cura. Historias que hacen un misterio su carril que encrespa la piel cuando por él se pasa de noche.

LA CRUZ CHIQUITA

Hay muchas historias contadas por vecinos de nuestro pueblo, aquí dejo alguna de ellas:
 
Pilar Castillo, que tiene fama de ser seria, formal y trabajadora, dice que desde que hace quince años posee una imagen del Corazón de Jesús de un metro de altura y le coloca flores y luminarias, «me encuentro más tranquila y protegida cuando paso por la Rambla. Desde entonces he perdido el miedo cuando atravieso por ese lugar que a muchos le asusta».
 
Las personas que han visto el haz luminoso admiten que pasaron un «miedo de espanto». Y aunque la mayoría de los vecinos se muestran recelosos a la hora de contar cosas sobre 'La luz de la Rambla', existen varias personas que manifiestan que hace años, a la hija de Antonio Warinot, la luz se le apareció.

La niña la traían sus padres de la sierra, donde labraban una finca, metida en el serón de la mula. La mujer iba detrás de la bestia y su marido delante con el cabestro en mano. Al pasar por la Cueva del Pan, la niña dijo a sus padres que veía una luz en las adelfas. La niña veía la luz pero sus padres no vieron nada.

Cuentan, también, que a un hombre que iba por la Rambla en su mulo se le apareció de repente otro muy alto, vestido de negro. La bestia se paró del susto y el hombre, lleno de pánico, comenzó a blasfemar para intentar asustarlo. «Y lo consiguió, aunque aquel ser no era de este mundo».

Un anciano de Abuñuelas cree que la 'Luz de la Rambla' «puede pertenecer a espíritus de las personas que murieron de hambre en este lugar durante la Guerra Civil» aunque, otros, en cambio, creen que el fenómeno custodia un gran tesoro de oro cerca de la 'Olla del Frailón'.

'La luz de la Rambla' se le ha aparecido también a varias familias de Jayena que prefieren permanecer en el anonimato.

 Yolanda Moreno Villoslada

El lenguaje de las ramas.

 El lenguaje de las ramas.

En Dúrcal, en la noche del sábado Gloria, existe todavía una tradición en la que los mozos manifiestan sus sentimientos hacia su amada o amiga, colgando ramas de diferentes plantas en balcones o puertas. Cada planta tiene un mensaje que el enamorado le pone para expresar lo que siente:

-Azahar que me quiero casar.

- Cerezo me debes un beso.

- Laurel que te quiero ver.

- Olivo te olvidó.

- Higuera te quedas soltera.

-Sarmiento me arrepiento…

Y muchas más que han añadido en los últimos tiempos.

Este lenguaje de las ramas, era esperado por las chicas como agua de mayo, aunque también era temido, por qué era un misterio la rama que podías encontrar en tu puerta, a veces buena y otras no tan buena. Los padres también se lo tomaban con buen humor y cuando las ramas venían acompañadas con unas serenatas dedicadas a su enamorada, invitaban a los pretendientes a dulces y licores. Por el contrario otros padres madrugaban y si veían que la rama no significaba nada bueno, la hacían desaparecer para que su hija no sufriera y evitar los chismes de los vecinos. Pero si el significado era bueno, se podía tirar perfectamente una semana en la ventana o la puerta de la casa.

Una tradición muy curiosa a la vez que bonita, donde las ramas con su lenguaje secreto, dicen (lo que el enamorado o no tanto.. ) expresan lo que no se atreve a decir con palabras.


Estrella Rios.


VIDEO VISITA A LA CARTUJA

Vintage History Documentary Intro Opening Video de María Moreno, Pepi Hoces y María de Haro

domingo, 16 de marzo de 2025

LO QUE FUÉ EL PALACIO DE DÚRCAL

           EL PALACIO DE DÚRCAL

Palacete construido por el   primer Marqués  Márgena a mediados del siglo XIX. Era de estilo romántico  como el del Carmen de los Mártires en Granada, aunque había una mezcla de este estilo con elementos del clasicismo
griego y romano, una característica de la burguesía de ese siglo que intentaban emular y aparentar con sus títulos nobiliarios a la nobleza antigua.

El edificio estaba situado en el centro del pueblo y rodeado de bellos jardines  cubiertos de fuentes, columnas y estatuas de gran majestuosidad. Una gran piscina con una cueva que servía de vestuario para utilizarla y en un lateral las cuadras y cocheras para los coches de la época.

Alrededor de los jardines había una frondosa vega perteneciente a la finca que convertían el conjunto en un añorado conjunto artístico y a la vez ecológico.

Al morir el II Marqués de Márgena , Nicolás Bonel y Guzmán, que murió en Dúrcal sin  sucesión, en 1.894 el palacio pasó  a manos de la familia Echevarría poco después.

El Rey Alfonso XII pasó por el palacio en diferentes ocasiones, una de ellas el 13 de Enero de 1.885 cuando a raíz de los terremotos acaecidos en la zona a finales de 1.884 vino a interesarse por las victimas. De este hecho queda constancia en una placa conmemorativa.

EL 15 de agosto de 1.968 Rocío Dúrcal, cuando ya era famosa, fue  nombrada hija adoptiva del municipio y actuó en los jardines del Palacio dando un concierto. El público situado dentro de la  piscina y ella en la parte de arriba. Hubo algunos conciertos más y hasta un festival de flamenco en dicho recinto.

En la década de los 80 tenemos la desgracia  la generación de entonces de ser los que terminaron con esta obra de arte. El empuje especulativo de la construcción y la poca decisión de las autoridades y los vecinos dejaron que se destruyese para construir edificios y así pisos y bajos comerciales pasan a ocupar y sustituir jardines, fuentes y estatuas de tan hermoso lugar.

Los que tuvimos la suerte de visitarlo antes de su destrucción aún conservamos en nuestra retina los vestigios  de su belleza y sentimos una añoranza que duele por su perdida. 

Concha Valero 

  






 

 

 

martes, 11 de marzo de 2025

MONASTERIO DE LA CARTUJA



A primeros del siglo XV los monjes Cartujanos decidieron ampliar su orden y entre 1504 y 1506 se deciden en hacer un convento en Granada. Escogen Granada por varias razones, primero que era una ciudad emergente al hacer poco tiempo que fue conquistada, y que Don Gonzalo Fernández de Córdoba, les daba los terrenos y correría con los gastos de la construcción del monasterio, con la única condición que tenían que hacer una capilla donde descansarían sus restos y la de toda su familia.

El lugar elegido por el Gran Capitán, eran unas tierras que los Reyes Católicos le habían concedido por su participación en la guerra de Granada, en esas tierras cercanas a Granada en una inclusión nocturna, fueron sorprendidos por tropas moras y casi pierde la vida, gracias a que un servidor se interpuso a la lanza que le lanzaron. Por eso él consideraba ese lugar como el que volvió a nacer, y él quería que en ese lugar se construyera el monasterio y su lugar de descanso eterno.

Pero a los monjes no les parecía el sitio más apropiado por su lejanía de la ciudad, y el difícil acceso para acarrear materiales, por eso decidieron construirlo más cerca de la ciudad fuera de sus tierras, donde actualmente está.  Don Gonzalo Fernández de Córdoba se enfadó por su decisión, retirándose del proyecto.

El monasterio se empezó a construir en 1506 y era mucho más grande de como es en la actualidad.
Según se ve en la maqueta que hay en su interior, al lado izquierdo de la entrada estaba el pabellón de los monjes legos, que eran aquellos que aunque no llevaban el hábito monásticos completo vivían una vida religiosa y estaba dedicado a la oración y el trabajo, pero no eran sacerdotes. Y dentro en el claustro (que ya no existe) estaban las celdas de los 26 frailes curas, cada uno tenía pegada a su celda un huerto según se ve en la maqueta donde trabajaban en soledad y silencio, cultivando las verduras que servían para su alimentación que consistía en verduras pan y pescado. Toda la semana vivían aislados y tenían la obligación de celebrar una misa diaria solos, y los domingos se hacía reunión de frailes y legos, comían juntos y si alguien necesitaba algo se lo decía al de su lado y este era el que podía pedirlo. 


Una vez que entras en el recinto nos encontramos con una gran explanada y antes de subir las escaleras pasamos por un empedrado de varias figuras  entre ellas el escudo de Carlos V, este se cree que es el primer empedrado de Granada.

Al entrar en el monasterio nos encontramos con un gran patio interior,
plantado de arrayanes naranjos y una fuente central rodeada de soportales con columnas de mármol que dan acceso a las diferentes estancias. 

Entrando a la izquierda nos encontramos cuatro celdas capillas que eran de los cuatro frailes que supervisan las obras del monasterio. En la sala Capítulo de Monjes que nos la encontramos a continuación, es una sala renacentista donde se reunían los padres monjes, en el centro de la sala hay una estatua de San Bruno (fundador de la orden) de José Mora y a su lado la virgen del Rosario

 talla de José Ruiseño que está hecha de madera por un escultor que trabajaba el mármol y el barro, y en el otro lado tenemos un Ecce Homo en terracota del siglo XVI de los hermanos García. En el lado opuesto está la maqueta del convento de cómo estaba en su inicios y un cuadro de Vicente Carducho que representa una cruz se inclina al paso de un monje, y al lado está la Virgen dándole las gracias al monje por mantener la tradición de inclinar la cabeza cada vez que pasa por un cristo crucificado.

Al lado se encuentra la sala Capítulo de Legos donde se reunían los monjes Legos.

Se continua por la galería del patio y llegamos a la sala de Profundis esta sala era utilizada para oraciones y ceremonias religiosas dedicadas a los monjes fallecidos. En la sala hay un enterramiento que se cree que es de un caballero 24 que puede ser el que financió parte de la obra del monasterio. Ahí apreciamos el cuadro de Fray Juan Sánchez Cotán, de este fraile hay muchas pinturas en el monasterio la obra que cubre toda la pared es un Trampantojo como si fuera el presbiterio del altar

(el Trampantojo es una técnica artística que busca crear una ilusión óptica haciendo que algo plano parezca tridimensional y real.

Desde aquí pasamos al refectorio que es donde los monjes se reunían a comer está rodeado de cuadros y preside la sala un gran cuadro representando la Santa Cena y una cruz pintada con la técnica Trampantojo, pintados por fray Juan Sánchez Cotán.

De vuelta otra vez al corredor del patio por una puerta lateral se accede a la iglesia del monasterio de estilo gótico, donde quedamos impresionados por las maravillas artísticas que nuestro guía Isaac nos estuvo explicando con todo lujo de detalles.

 La iglesia está dividida en tres zonas, la primera para el pueblo separada por una gran reja, la segunda para los monjes legos que se separa de los monjes con dos altares y una gran puerta de taracea que se atribuye a José de Bada, que destacan por su riqueza decorativa. El presbiterio es una de las partes más impresionantes de la iglesia, y da paso al sagrario. Esta obra la empezó el fraile cartujo Fray Juan de la Asunción que era más decorador que constructor y presentaba poca estabilidad, por eso llamaron al maestro de obra Francisco Hurtado Izquierdo.
La Sacristía presenta ciertos interrogantes respecto a su autoría. Su construcción se inició en 1732, probablemente sobre un proyecto de Hurtado Izquierdo. Se baraja el nombre de José de Bada arquitecto granadino continuador de la empresa comenzada por el arquitecto cordobés, mármoles, estuco, carpintería de taracea y pintura unidos por medio de la luz, se considera una de las sacristías más bonitas del mundo.
                     Francisco Garzón      

jueves, 6 de marzo de 2025

LA FIESTA DE LA MATANZA

 Con sólo escuchar la palabra Matanza me traslado, mentalmente, a la década de los 60-70, cuando yo era una niña y María “la de la cal”, celebraba la fiesta de la Matanza. Utilizo el término fiesta porque ese par de días que duraba, todos y todas las vecinas éramos invitados a participar en ese ritual, donde poníamos a prueba los cinco sentidos.

Llegaba el “matarife”, que era el hombre que se dedicaba a quitar la vida al cerdo, animal que previamente ya estaba atado y preparado en un banco de madera.

El cerdo, como adivinando su futuro inmediato, iniciaba sus estridentes lamentos, nada más verse con las cuerdas alrededor de sus patas. Algunos niños, como hipnotizados, miraban la sangre cayendo en un barreño, donde una mujer la batía con fuerza. El objetivo de este batimento era que no se cuajara, puesto que con ella se harían las morcillas. Cuando dejábamos de escuchar esos terribles quejidos del animal sabíamos que ya estaba muerto. Inmediatamente después entraba en juego el olfato. En primer lugar, los hombres se situaban alrededor del cerdo, armados con manojos 
de esparto encendidos. Se trataba de quemar los gruesos y resistentes pelos del gorrino. Nos llegaba un fuerte olor, bastante desagradable, la verdad. Posteriormente se le echaba agua hirviendo por encima de la piel, para ser raspada con unas grandes cuchillas por un par de hombres. Se trataba de dejarla limpia completamente de impurezas y pelos. A continuación, los niños más osados, veíamos como se le desgarraba en vertical, de arriba abajo. El mismo matarife quitaba la grasa, vísceras e intestinos y con una cuerda gruesa lo ataban a una viga. Esa imagen, para mí, se asemejaba un crucificado boca abajo. Allí lo dejaban hasta el día siguiente, con el fin de que perdiera el resto de la sangre y se enfriaran las carnes.

Ese primer día, con la asadura del animal, se hacían las “patatas aliñás”, que se ofrecían a todas aquellas personas que habían participado en el sacrificio. A la mañana del día siguiente acudíamos a seguir disfrutando de esa hermandad que se creaba en la calle. El entorno ya estaba inundado de olores ya que, nada más amanecer, se había encendido una lumbre en la chimenea y sobre ella se encontraba un gran caldero lleno de cebollas con el fin de cocerlas y ser utilizadas posteriormente como uno de los ingredientes de las morcillas. Las mujeres eran las encargadas de lavar y cortar aquellas tripas que anteriormente habían sido los intestinos del cochino. Dichas tripas se rellenaban con la correspondiente masa para fabricar morcillas, longanizas, salchichones etc.…Era un ir y venir frenético de mujeres y hombres, donde cada uno sabía su cometido. Los hombres iban despedazando el cerdo. Mientras, las mujeres, con una máquina que funcionaba con una manivela girada a mano y cuchillas, iban picando las carnes y aliñándolas según el embutido que se fuese a hacer en ese momento.

Una vez aliñada se cambiaba el mecanismo interior de dicha máquina para que, en lugar de picar, fuese llevando la carne hasta las tripas, previamente metidas por uno de sus extremos, en una especie de embudo que se acoplaban a la máquina. Según el tipo de embutido que se quería hacer, así era el embudo que se colocaba. Sin duda alguna, era éste el mejor momento de la matanza para los niños, puesto que todos, colocados en fila delante de la chimenea, esperábamos que nos diesen una chicharra, que era como llamábamos a esa especie de hamburguesa de carne de longaniza, sin introducir aún en tripa alguna, asada en las ascuas. Efectivamente, un manjar para nuestro paladar. Y un privilegio también, puesto que éramos los primeros en probar lo que más tarde serían los embutidos. Una vez despiezado el cerdo, como ya he mencionado antes, las piezas de tocino, paletillas, jamones y lomos se salaban o adobaban para su conservación. Igual proceso se hacía con las costillas, columna, cabeza y patas. En los tiempos de los que hablo eran escasos los domicilios donde existían congeladores para conservar alimentos por largas temporadas. Algunos embutidos, tales como chorizos o morcillas, se freían en grandes sartenes y luego se introducían en orzas de barro, hasta cubrirlos de aceite. Otros embutidos, que se prestaban a ello, eran expuestos al aire para ser secados. El último día celebrábamos el fin de la Matanza con los chicharrones que se hacían con las cortezas de tocino que se utilizaba en los embutidos.

En los tiempos actuales se va perdiendo la costumbre de la Matanza, ya que está prohibido matar en las casas. Pero aún queda gente que compra la carne y hace la matanza en su domicilio. Siempre. por supuesto. será más ecológica y sana, ya que la mezcla que se prepara para fabricar los embutidos, no llevará ningún aditivo, como seguramente sí se les pone en las carnicerías industriales.

La Matanza, tal como habéis leído, era una fiesta de olores y sabores propiamente dicha. No sólo se comía y bebía, también era la manera en la que, en aquella época, socializábamos y convivíamos.

Pepi Hoces