LOS HORNAZOS EN DÚRCAL
Allí, jóvenes y mayores se repartían entre “El Trance Alto” y “Los Hinatares”, lugares donde entre risas, bromas y juegos se pasaba el día y se degustaban varios platos, tales como choto al ajillo, chuletas, ensalada de pimientos o el típico remojón de naranja. Todo ello regado con un buen vino, mosto de la zona o con la gaseosa que se elaboraba, junto al puente de Isabel II de Dúrcal, por los hermanos Ferrer.Después se jugaba, y aún se sigue jugando, a las cartas, hasta que llegaba la tarde.A esa hora, y con la intención de no parar de comer, se sacaban y se sacan las tripas de salchichón, la morcilla seca y el chocolate. Tras la degustación de estos alimentos, se continuaba con la merienda del célebre hornazo. Dicho manjar está elaborado con harina, levadura, sal y un huevo duro en el centro. También era tradición, y continúa siéndolo, comer uvas pasas. Antiguamente los hornazos se hacían en las panaderías del pueblo, como la de Virtudes, Mª Luisa, Pescao, Florinda etc. Allí las mujeres iban a prepararlo, llevando ellas su propio aceite de oliva. Dicha costumbre ya se va perdiendo. Ahora, por el contrario, se compran hechos en las distintas panaderías del pueblo.
También se ha abandonado la costumbre de ir a Marchena el primer día. Actualmente la gente se reúne en cortijos. Los que no tienen van a pasarlo al río, que era donde se iba antiguamente el segundo día.
Aunque ya no era fiesta local, hace algunas décadas, los niños y niñas también iban el martes a comer el hornazo. Se reunían en grupos por la tarde, después de la escuela, y se iban a “las Eras de Balina”, “La Graja” y “Almocita”.
Esta fiesta se sigue celebrando, a pesar de que puedan darse inclemencias meteorológicas. Llueva o truene, el hornazo se come, bien sea en cortijo, campo o casa. Son momentos para el reencuentro y para la convivencia entre familias y amigos. Aquellos durqueños que viven lejos, tienen la excusa perfecta para volver por unos días a su pueblo.
Pepi Hoces