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Es una fortaleza de la época Musulmana. Su función debió ser de vigilancia sobre la vega de Dúrcal debido a la buena situación geográfica, era un lugar desde el cual se podía observar parte de lo que ocurría a la entrada del Valle.
Los restos arqueológicos encontrados en las mediaciones han permitido datar al Castillo en una época anterior a la nazarí aunque las cerámicas encontradas pertenecen a esta época.
La fortaleza conforma una planta poligonal irregular, aparentemente muy extensa y parece que ocupaba dos recintos. Se conservan algunos restos de muralla de apenas 30 cm. De altura, alguna torre muy deteriorada, una puerta y un aljibe.
En el centro del lado norte hay un gran torreón semienterrado de tapial sobre base de mampostería… Nuestro Peñón.
El aljibe está pegado a la muralla cubierto por una bóveda de medio cañón. En sus proximidades pueden verse restos de la puerta de entrada a la fortificación. Hay varios pasajes de una galería que llevan hasta el río. Estos túneles subterráneos permitían un acceso directo a tener siempre agua disponible sin necesidad de salir del castillo. Desde allí también se llegaba hasta los Baños de Urquízar.
A principios de 1.491 el rey Fernando el Católico mandó al Marqués de Villena que con tres mil caballos y diez mil peones destruyesen todas las fortalezas que se habían alzado en el Valle de Lecrín, por lo que se supone que en esa fecha se destruyó.
En 1.985 se inscribió como monumento por el Ministerio de Cultura. Hoy, debido a la extensa vegetación y su mala conservación apenas se pueden divisar todos los rincones que antaño se podían visitar. La base estaba muy deteriorada debido a la erosión realizada por el aire y que ha llevado a la sujeción de esta de una forma bastante pobre .
Pero el Peñón se alza regio en su colina y parece que aún sigue vigilando la vega.
Concha Valero